El Brujo
Basado en la obra de Paramahansa Yoganda
Creo que fue Gandhi el que dijo algo así:
«He observado que la vida persiste en medio de la destrucción. Por lo tanto debe de haber una ley superior a la ley de la destrucción. Únicamente bajo esa ley la sociedad puede ser inteligible y la vida digna de ser vivida». La grandeza de la ciencia sería indagar acerca de esa ley, y la del arte celebrarla y reflejarla.
Pero ¡yo sólo soy un cómico y un comediante!. En todos mis espectáculos la risa es un factor dominante, que rima con comediante, ustedes ya me conocen... y aún así busco siempre un instante donde el aliento se eleve hacia el dominio sagrado de la poesía. Shakespeare era también comediante pero además un poeta. Por eso es que yo invoco siempre su espíritu para que le dé alas a mis risas y las haga más transparentes. En esta ocasión lo necesitaré de una manera muy especial. Me temo que ustedes tendrán que hacer también un esfuerzo especial para acompañarme. ¿Podría yo volar sin ustedes?
¿Quién era Yogananda? ¡Un hombre grande! Trajo el yoga a occidente (no sólo el yoga físico) si no también el «raja yoga», que así es como en la India le llaman: la meditación, la ciencia de la realización del ser. ¿Y qué significa esto? Él lo explica de manera clara y sencilla con su poderosa palabra pero aún más con su vida. De ahí la fascinación que ejerció en mí esta autobiografía. Para que ustedes le conozcan, hago yo este espectáculo.
Espero que la sabiduría, el encanto, la magia, la luz y el amor de este relato les inspire y acompañe. Permítanme terminar con las palabras de un gran poeta a quien Yogananda admiraba: Rabindranath Tagore. A modo de dedicatoria:
«donde la mente se halla sin temor y la cabeza se yergue alta»
«donde el conocimiento es libre
donde el mundo no se ha roto en pedazos por estrechas paredes domésticas
donde las palabras vienen del fondo de la verdad...»
...» en ese cielo de libertad ¡oh Padre mío!
permíteme que mi patria se yerga. Nada más. Nada más.»
Les presento a Paramahansa Yogananda, un gran maestro. ¡mi maestro!
Rafael Álvarez, El Brujo